lunes, 1 de octubre de 2012

Páginas 320-329

Swann no deja de pensar y repensar si debe enviarle a Odette el dinero para su viaje a Bayreuth.
Así, en virtud de los propios mecanismos de su enfermedad, después de haber creado celos con su amor, empezaba de nuevo a fabricar cariño, piedad, por Odette, que había vuelto a ser la Odette encantadora y buena. Se arrepentía de haber sido duro con ella. Quería que acudiera junto a él y antes quería haberle procurado algún placer, para ver la gratitud colmando su rostro y modelando su sonrisa.
Por eso, Odette, segura de verlo volver al cabo de unos días, tan cariñoso y sumiso como antes, a pedirle una reconciliación, se iba acostumbrando a no temer desagradarle e incluso irritarlo, y le negaba -cuando le resultaba conveniente- los favores que más apreciaba él. (p.321).
La vida de Swann se focaliza en Odette, en los celos, en las paranoias, hasta el punto que va renunciado poco a poco a todas sus pasiones.
Mientras que se veía obligado a excusarse ante las personas de mundo por no visitarlas, de lo que procuraba excusarse ante Odette era de hacerlo (...) y para cada una de sus visitas encontraba un pretexto: un regalo que llevarle, una información que necesitaba, haberse encontrado al Sr. de Charlus, que iba a verla y se había empeñado en que lo acompañara (p.238).
Aparece entonces una vez más el tío del narrador (a quien ya habíamos encontrado en "Combray", ver páginas 80-89), amigo de Odette:
...Swann, sabedor de que ella conocía y tenía mucho cariño a mi tío abuelo Adolphe, de quien él mismo había sido amigo, fue un día a verlo a su pisito de la Rue de Bellechasse para pedirle que recurriera a su influencia sobre Odette (...) Mi tío aconsejó a Swann que pasara un tiempo sin ver a Odette, lo que intensificaría su amor por él, y a Odette que dejase a Swann verse con ella dondequiera que lo deseara. Unos días después, Odette dijo a Swann que acababa de llevarse una decepción al ver que mi tío era igual que todos los hombres: acababa de intentar poseerla por la fuerza. Calmó a Swann, quien en el primer momento quiso ir a provocar a mi tío, pero, cuando se encontró con él, se nego a darle la mano. (p.328-329).
La figura del tío Adolphe me llena de pena: todo lo que se nos cuenta de él termina con alguien que decide no hablarle más. En cuanto a Odette, en estos momentos es fácil sentir que merece la "amistad" de los Verdurin y que los Verdurin la merecen a ella...

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