jueves, 27 de septiembre de 2012

Páginas 310-319

No es fácil para Swann encontrarse con Odette desde que dejó de frecuentar las cenas de los Verdurin. La pareja, cuyo odio a Swann parece crecer día a día, está haciendo lo imposible por fomentar la relación entre Forcheville y Odette. La oportunidad de ir Bayreuth a escuchar música de Wagner genera un nuevo episodio.
Odette le escribió [a Swann] que los Verdurin y sus amigos habían manifestado el deseo de asistir a aquellas representaciones de Wagner [en Bayreuth] y que, si él tenía la bondad de enviarle ese dinero [el necesario para alquilar una mansión cercana a donde se celebraba el festival], podría por fin -después de haber sido recibida con tanta frecuencia en casa de ellos [los Verdurin]- tener el placer de invitarlos, a su vez. De él no decía ni palabra: se sobreentendía que la presencia de los otros lo excluía.
Entonces tuvo el placer de enviarle aquella terrible respuesta cada una de cuyas palabras había preparado la víspera sin atreverse a esperar que pudiese servir jamás. Por desgracia, sabía de sobra que, con el dinero que ella tenía, o que lograría fácilmente, podría, de todos modos alquilar algo en Bayreuth, puesto que lo deseaba: ella: que no sabía distinguir entre Bach y Clapisson (p.318).
Es interesante recorrer el tema de la música (y la música y la sociedad) a lo largo de la novela. Gran parte de las reservas de Swann hacia Odette están, de hecho, vinculadas a los gustos musicales; el costado más caricaturesco de la Sra.Verdurin, además (y uno de los elementos de su personalidad que más dice odiar Swann), es el de su reacción forzada, fingida y exagerada hacia determinadas composiciones. Dime qué escuchas (o cómo hablas de lo que escuchas) y te diré quién eres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario