lunes, 3 de septiembre de 2012

Páginas 70-79

Sigue la extensa descripción de la iglesia. El narrador describe de cerca el ábside ("tan carente de belleza estética e incluso de espíritu religioso") y el campanario, un rasgo distintivo, para sus ojos, del pueblo de Combray. El trabajo sobre la iglesia se funde en un relato de la rutina de la familia del narrador, en particular de ciertos personajes que encuentran en su camino por las calles del pueblo, entre ellos el señor Legrandin, con el que el que Proust emplea un recurso similar al de Swann: Legrandin tiene "cierta reputación como escritor", pero la familia del narrador no lo sabe y lo encuentra sorprendente al enterarse. "Tiene usted un alma hermosa", le dice al narrador, "de una calidad poco común, y temperamento de artista". Es la primera vez que se hace alusión a una posible vocación del protagonista y narrador, que, como sabemos, encontrará su impulso de escritor al final de la novela.
Otro de los personajes introducidos en estas páginas es Eulalie, una "muchacha coja, activa y sorda que, tras la muerte de la Sra. de la Bretonnerie, a cuyo servicio había estado desde su infancia, se había "retirado" y vivía de alquiler en una habitación junto a la iglesia". Eulalie visita ancianos a lo largo del pueblo (a cambio de pequeñas propinas); acompaña a la tía Léonie los domingos y le brinda la oportunidad de, por supuesto, pasarse un buen rato chusmeando.
Hacia el final de esta decena de páginas reaprece Françoise; el narrador comienza a contar sus hábitos como cocinera y la abundancia de los platos que prepara.


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