lunes, 29 de octubre de 2012

Páginas 167-176

El narrador decide interrumpir sus visitas a Gilberte para hacerle creer que no la necesita; el plan es que, una vez pasado el tiempo durante el cual se propone mantenerse alejado de la chica, el amor desaparecerá por completo y no volverá a sufrir, algo similar, en cierto modo, a lo que sucedió con Swann, que debió pasar más de un año alejado de Odette debido al crucero de los Verdurin:
Cuando -mejor que con palabras- mediante acciones indefinidamente repetidas le hubiera demostrado que no sentía deseos de varla, tal vez volviese a sentirlos ella por mí. Sería -¡ay!- en vano: intentar no volviendo a verla reavivar en ella el deseo de verme era perderla para siempre; en primer lugar, porque, cuando empezara a renacar, si quería yo que durara, no debería ceder a él en seguida; por lo demás, las horas más crueles habrían pasado; en aquel momento era cuando me resultaba indispensable y me habría gustado poder avisarle de que pronto no calmaría, al volver a verme, sino un dolor tan disminuido, que ya no sería (...) un motivo de capitulación, para reconociliarlos y volver a vernos. Y más adelante, cuando -tras haber renacido con fuerza su deseo de vemre- pudiera por fin confesar sin peligro a Gilberte el mío de verla a ella, éste no habría podido resistir tan larga ausencia y habría dejado de existir: Gilberte habría pasado a serme indiferente. (pp.171-172)
A la vez, el narrador no deja de frecuentar la casa de los Swann, en estas ocasiones para visitar a Odette.
Hacía mucho -mucho atnes de mi riña con su hija- que la Sra. Swann me había dicho: "Está muy buen que vengas a ver a Gilberte, pero también me gustaría que vinieras alguna vez por , no a mi salón, en el que te aburriríras, porque asiste demasiada gente, sino los otros días en que siempre me encontrarás a una hora un poco avanzada". Así, pues, al ir a verla, parecía yo obedecer -mucho después- a un deseo antiguamente expresado por ella. Y -a hora muy avanzada, ya de noche, casi en el momento en que mis padres se sentaban a la mesa- salía para ir a hacer una visita a la Sra. Swann durante la cual sabía que no vería a Gilberte y en la que, sin embargo, sólo pensaría en ella. (pp.173-174)
En la página 176 un detalle de la escritura llama un poco la atención: el tono más coloquial que irrumpe con una apelación a la segunda persona: "Cuando entrabas a hacer una visita a la Sra. Swann, te sentías violento, al advertir que..."; el contraste con el tono general de la prosa es bastante marcado, así que me fijé en la traducción de Pedro Salinas: "...se sentía uno sorprendido cuando se visitaba a la señora de Swann al advertir que..." (A la sombra de las muchachas en flor, Alianza Editorial, 1966, p.192). No tengo a mano el original en francés para verificar este punto, pero creo que la opción de Salinas no altera el tono narrativo imperante, mientras que la de Manzano sí. Una vez más, prefiero al primero.

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