lunes, 29 de octubre de 2012

Páginas 177-186

Mientras el narrador frecuenta la casa de los Swann y también el "salón" de Odette su plan para olvidar a Gilberte se tambalea.
"¿Y no vamos a ver a su deliciosa hija?", preguntaba [la Sra. Cottard]. "No, mi deliciosa hija cena en casa de una amiga", respondía la Sra. Swann y, tras dirigirse a mí así: "Creo que te ha escrito para que vengas a verla mañana" (...) yo respiraba profundamente. Aquellas palabras de la Sra. Swann me demostraban que podría ver a Gilberte cuando quisiera y me hacían precisamente el bien que había ido a buscar y por el que me resultaban tan necesarias en aquella época las visitas a la Sra. Swann. "No, le escribiré una nota esta noche. Por lo demás, Gilberte y yo ya no podemos vernos", añadía, como atribuyendo a nustra separación una causa misteriosa, lo que me infundía aún una ilusión de amor, alimentada también por la ternura con la que hablaba yo de Gilberte y ella de mí. "Ya sabes que te quiere infinitamente", me decía la Sra. Swann. "¿De verdad no quieres venir mañana?" De pronto una alegría me animaba, acababa de decirme: "Pero, al fin y al cabo, ¿por qué no, ya que es su propia madre la que me lo propone?". Pero no tardaba en sumirme de nuevo en la tristeza. Temía que, al verme, Gilberte pensara que mi indiferencia de aquellos últimos tiempos hubiera sido simulada y prefería prolongar la separación. (p.179)
También nos enteramos de que la señora Verdurin visita a Odette, y que el nivel de sarcasmo y doble sentido mal intencionado no ha bajado en su conversación:
..."cuanto que en casa de la Sra. de Crécy no está usted cerca precisamente de su casa [dijo la Sra. Verdurin] ¡Huy, Dios mío! Nunca voy a conseguir decir Sra. Swann". Era una broma en el pequeño clan -en el caso de personas que no tenían demasiado ingenio- aparentar no poder acostumbrarse a decir "Sra. Swann": "Estaba tan habituada a decir Sra. de Crécy, que ya he estado otra vez a punto de equivocarme". Ahora bien, cuando la Sra. Verdurin hablaba a Odette, no sólo estaba a punto de equivocarse, sino que lo hacía a propósito. "¿No le da miedo, Odette, vivir en este barrio perdido? Me parece que yo no estaría del todo tranquila para volver a casa por la noche. Y, además, es tan húmedo. No debe ser muy bueno para el eczcema de su marido. ¿Al menos no tendrá ratas?" "¡No, mujer! ¡Qué horror!" "Me alegro, es lo que me habían dicho. Me complace mucho saber que no es verdad, porque les tengo un miedo cerval y no volvería a esta casa" (p.184)

No hay comentarios:

Publicar un comentario