Y Swann debía de haber visto producirse (...) algo análogo: pues se podía considerar aquel piso en el que me recibía el lugar en el que habían ido a confundirse (...) no sólo el piso ideal que mi imaginación había engendrado, sino también otro: el que el celoso amor de Swann, tan inventivo como mis sueños, le había descrito con tanta frecuencia, aquel piso común de Odette y de él que tan innacesible le había parecido una noche en que Odette lo había llevado junto con Forcheville a tomar naranjada en su casa, y lo que había ido a fundirse, para él, en el plano del comedor en el que almorzábamos era aquel paraíso inesperado en el que en otro tiempo no podía él imaginarse -sin turbación- diciendo a su mayordomo aquellas mismas palabras -"¿está lista la señora?"- que le oía yo pronunciar ahora con ligera impaciencia, mezclada con cierta satisfacción del amor propio. (p.118)La narración del presente (los 15-16 años del protagonista) se funde, a través de la evocación a un lugar en el espacio, con el relato de "Un amor de Swann"; el narrador se incluye en un lugar que dialoga con el pasado de Swann, contaminado de ficción. Esa segunda ficción se funde con la primera -la del presente, la de la narración en primera persona- y vuelve a resaltar la artificialidad, la cualidad novelística del texto. No podemos confiar en nada, en otras palabras: se nos recuerda que el narrador también está reconstruyendo su pasado como reconstruyó el de Swann, apelando a todo tipo de trucos novelísticos, libre de inventar.
Más adelante reaparece Bloch, un amigo del narrador que habíamos encontrado en "Combray":
En aquel momento, nos saludó a la Sra. Swann y a mí, un joven que le dio los buenos días sin detenerse y a quien no sabía yo que conociera: Bloch. A mi pregunta al respecto, la Sra. Swann me respondió que se lo había presentado la Sra. Bontemps y que era agregado al gabinete del Ministro, cosa que yo ignoraba. Por lo demás, no debía de haberlo visto con frecuencia -o bien no había querido citar el nombre, que tal vez considerara poco "distinguido", de Bloch-, pues dijo que se llamaba "Sr. Moreul. Yo le aseguré que se confundía, que se llamaba Bloch. (p.123)La reticencia de Odette a nombrar adecuadamente a Bloch -si es que sabe su verdadero nombre, claro- puede deberse al origen judío del amigo del narrador. En cualquier caso, lo de "agregado al gabinete del Ministro" sea probablemente mentira -Bloch, para empezar, no es mayor que el narrador-, por lo que cabe pensar que también mintió con su nombre.
Otra sección de esta primera parte de A la sombra... termina en la página 126, tras el relato de una discusión acalorada entre Gilberte y su padre.
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