jueves, 3 de enero de 2013

Páginas 279-288

La velada en la casa de la Sra. de Villeparisis, cuya narración lleva más de cien páginas, se acerca a su final. Ya cerca de la partida del narrador, Charlus lo intercepta:
Me dirigía hacia él [Saint-Loup] bastante apresuradamente, cuando el Sr. de Charlus, quien pudo creer que iba hacia la salida, se separó bruscamente del Sr. Faffenheim, con quien estaba hablando, y dio una vuelta rápida que lo situó delante de mí. Vi con inquietud que había tomado el sombrero en cuyo fondo figuraba la letra G y una corona ducal. En el marco de la puerta del saloncito, me dijo sin mirarme:
"Como veo que ahora frecuenta usted la sociedad, hágame el favor de venir a verme, pero es bastante complicado", añadió con expresión distraída y calculadora y como si se tratara de un favor que temiera no recuperar, una vez que hubiese dejado escapar la ocasión de acordar conmigo la forma de realizarlo. "Paro poco en casa: tendrá usted que escribirme, pero preferiría explicárselo con más tranquildad. Voy a marcharme dentro de un momento. ¿Quiere usted dar una vuelta conmigo? Sólo lo retendré un instante."
"Mire, fíjese", le dije. "Ha cogido usted por error el sombrero de uno de los visitantes."
"¿Quiere usted impedirme que coja mi sombrero?"
Supuse -por haberme ocurrido esa aventura a mí mismo poco antes- que, al hablerle quitado alguien su sombrero, había cogido el primero que había visto para no volver a casa con la cabeza descubierta y que lo había yo pueso en un aprieto al revelar su ardid, conque no insistí. Le anuncié que primero debía decir unas palabras a Saint-Loup. "Está hablando con ese idiota del duque de Guermantes", añadí. "Muy bonito lo que acaba usted de decir, se lo voy a contar a mi hermano". "¡Ah! ¿Cree usted qu epuede interesar eso al Sr. de Charlus?" (Me imaginaba que, si había un hermano, debía llamarse Charlus también. Saint-Loup me había dado algunas explicaciones al respecto en Balbec, pero yo las había olvidado). "¿Quién le habla del Sr. de Charlus?", me dijo el barón con expresión insolente. (pp.284-285)
Es muy graciosa la confusión del narrador, que no recueda que el hermano de Charlus no es otro que el duque de Guermantes.

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